"El escritor J. D. Salinger, autor de la novela "El guardián entre el centeno", un clásico de la literatura moderna estadounidense, murió a los 91 años de causas naturales en su casa en Cornish, en el estado norteamericano de New Hampshire, informó hoy su agente literario. Salinger murió pacíficamente en su casa el miércoles, según explicó Phyllis Westberg, su representante de la agencia Harold Ober Associates en Nueva York".
Acabo de leer esta noticia y como pocas veces siento tristeza por la muerte de alguien famoso que no conocí. A Salinger siempre lo consideré un grande y por lo mismo hoy vuelvo a publicar una entrada que ya estaba en un blog antiguo donde yo solía escribir. Saludos a todos los que lean esto.
"Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso".
Leí The Catcher in the Rye cuando estaba como en segundo o tercero medio. Fue aquel tiempo en que en el colegio poco o nada era mi aporte y para qué hablar de la motivación de ir a encerrarme 8 horas cada día en una claustrofóbica sala donde mis mejores amigos eran Ravotril y el filósofo Prozac. Fue aquel tiempo en que vi Donnie Darko y The Dangerous lives of Altar Boys, que leí La senda del perdedor, Mala onda y escuché centenares de canciones melancólicas que adormecían de a poco mis 8 sentidos.
No sé si será bueno leer todos esos libros durante la misma época, ni escuchar Radiohead, Tool y Smashing Pumpkins de corrido. No sé si el Ravotril o el Prozac me hubiesen hecho más feliz o hubiesen hecho más llevaderos aquellos dos años de mi vida, porque nunca los tomé, pero de la misma forma que esos medicamentos: las canciones, los libros y las películas deberían venir con contraindicaciones. En la caja del DVD doble de Taxi Driver debería decir: No recomendable para personas que poseen armas. En el librito del Kid A debería decir: no escuchar si se tiene una soga al lado o un precipicio cerca. Y en la contraportada de Donnie Darko debería decir: No ver si ya ha leido The Catcher in the Rye.
Y es que este, el más conocido y quizás mejor libro de Salinger, es el pequeño paso que lleva de: “me carga ir al colegio” a “quiero incendiar mi colegio”. La pequeña puerta que va desde la habitación donde “todo es controlable” a la pieza de “anarquía y caos”. The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno) es corrosivo, incendiario, subversivo. Es un libro donde desde la primera página queda claro sólo una cosa: Los adultos son estúpidos, y para desgracia de todos nosotros: son ellos quienes gobiernan el mundo. Son ellos los que imponen sus reglas en cada sala de clases, en cada trabajo y en cada hogar. Y aún hay dudas de por qué el mundo es lo que es.
El guardián entre el centeno cuenta la vida de Holden Caulfield, un chico en su últimos días de colegio, que luego de una serie de sucesos aborrecibles, decide escaparse de él. En su camino va recordando los hechos más significativos de su vida y este personaje que “manda a la chucha a todo el mundo” muchas veces se muestra indefenso y verdaderamente afligido por la ausencia de alguien que lo comprenda realmente.
Pero bueno, no hay nada más detestable que alguien que relate todo un libro, cante toda una canción o cuente toda una película. Hay que leer El guardián entre el centeno, porque es un libro tan grande y fácil de leer que aún en estos días nadie ha logrado volver a escribir de manera tan honesta. Y esto no es simplemente antojadizo, Salinger criticó tanto este mundillo asqueroso de sobadores de lomo y pelmazos que intentan desesperadamente aparentar ser mejores de lo que son, que en cuanto se hizo famoso por este libro desapareció del mapa por completo. Hoy en día es más fácil tomarse un café con Osama Bin Laden que con Salinger, está inubicable y no tiene deseos de que esto cambie hasta su muerte.
Mitificando al Guardián
The Catcher in the Rye es un libro clave en la historia de los asesinos más famosos, es así como Mark Chapman (asesino de John Lennon) dijo en más de una ocasión que se había inspirado en este libro para matarlo. John Hinkley (que intentó asesinar a Ronald Reagan) se declara un fanático del libro y el mismo Lee Harvey Oswald (asesino de JFK) lo tenía como libro de cabecera.
Es por esto que en nuestros días una de las teorías conspirativas más interesantes dice que quien compra este libro o lo pide en alguna biblioteca queda registrado en una lista de potenciales asesinos. Y por la misma razón en que Mel Gibson en Conspiracy Theory va por las librerías comprando todos los ejemplares de The Catcher in the Rye.
Finalmente hay que leer este libro, es recorto y muy entretenido, se consideró muy polémico un tiempo por su lenguaje e idea que distorsiona la mente de los jóvenes. Yo no sé si distorsionó la mía, -tuve la oportunidad de leerlo en español y en inglés- pero me escapé varias veces del colegio y todas las veces fue la decisión acertada. Y aunque nunca llegué a incendiarlo, me ayudó a soportar los últimos años de una manera que ningún cóctel de fluoxetina podría haberlo hecho.
PD: Holden Caulfield es tan grande que en el último tercio de Mala Onda, -de Fuguet- Matías Vicuña al leer el libro encuentra la salida a todo.
"No cuenten nunca nada a nadie, en el momento en el que alguien cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo".
por SICKTOR