Lo malo de llorar














Comienza en un aeropuerto. Una chica llora desconsolada, todos la miran, alguien la intenta tranquilizar. Su novio se va de viaje –suponemos-. Ella se mantiene en pie, porque la mantienen. Él está -sorprendentemente- tranquilo, busca dinero en sus bolsillos para comprar el periódico. Lo paga, se sienta, lo ojea, lo distrae, se olvida del viaje por unos segundos.

Nadie planea un atentado ese día, no hay maletas sospechosas. A lo lejos un par de niños juegan con los carritos para llevar los bolsos. No hay bombas ese día, los precios son regularmente excesivos y el Duty Free nunca es tan conveniente como parece. Pero compras, compramos un regalo y eres feliz haciéndolo, somos. Ambos ponemos dinero, aunque tú pones más porque fue tu idea.

Las despedidas nunca te gustaron y en un aeropuerto hay de sobra: padres que dejan a su familia en un viaje de negocios, parientes que vuelven a su país de origen prometiendo volver más seguido; hijos que se van mientras sus padres lloran porque no pudieron retenerlos y finalmente relaciones que se terminan porque la distancia es incomprensible. La chica sigue llorando, su novio ya va por la sección deportiva del diario.

La próxima vez haga el check in a través de nuestro sitio web dice la replica exacta de cada una de las azafatas que te han atendido en todos los viajes de tu vida. Te adelantas, me explicas que vas en busca de una Coca Zero. Te encanta esa mierda, la tomas junto a un pastel de arándanos y crees que es equilibrado. Odias que hable de comida en los relatos. “hay dos cosas que odio en la vida” –dijiste-: “Las canciones que hablan de internet y los textos que hablan de comida”. Es como bailar sobre arquitectura –habría dicho Elvis Costello-.

Comienza con hermanos que toman un bus al aeropuerto porque nadie los va a dejar. Hace un tiempo viajaste solo de Concepción a Santiago y fingiste despedirte, por la ventana del bus, de alguien conocido. Pasaron 5 años y eres igual de patético. Compras el diario. Minutos más tarde recordarás que en los vuelos lo regalan. El edificio es ridículamente inmenso y peor aún: absurdamente mal aprovechado –piensas-. Como todo –en Chile- está bien hecho por fuera y es un desastre por dentro. Miras tu reloj. Quince minutos y abordarás. La chica llora a tu lado.

El tiempo pasa más rápido en los aeropuertos. Regalos que se compran a última hora, familias que corren para no perder el avión. Un padre que culpa a su hijo por esto. Una foto familiar antes de partir. Un abrazo por educación, un abrazo que deja la mitad de un cuerpo en tierra. Y finalmente, una pareja que se destruye para siempre. Ella será feliz a partir de la próxima semana, él buscará inútilmente darle sentido a su vida follándose a la mitad del país pero nunca lo conseguirá. Él muere a los 45 años, ella llega a tener 4 hijos.

Comienza con un hermano que te comprende tanto a ti mismo como tú te comprendes solo. Comienza con dos diarios iguales en la silla de espera y una sección deportiva que lees con detención por segunda vez. Te aburre tu vida y te gustaría partir, pero te quedas y la que se va es tu novia, que es mucho más valiente. Ella llora desconsolada, la intentas tranquilizar porque todos la están mirando y te avergüenza, la sujetas del brazo para que no se caiga. Anotas todo en una libreta. Eres patético, le entregas el regalo y sólo ahí te das cuenta de que nunca más la volverás a ver. Le juras que la llamarás todos los días. Le pides perdón por llegar tarde, le pides perdón por no llorar.

por SICKTOR
11 Responses
  1. Anónimo Says:

    Nicolás Bustamante, un jonkie adicto a la pasta base, iba todos los días al salón de arcades Diana, en Santiago de Chile, a jugar Space Invaders. Era tan bueno que una vez llegó hasta la última pantalla, esa en donde debían ser destruidas 33 vaginas con forma de fractal...


    FUCK LO BUENO D LLORAR. FUCK LA AUTOCOMPLACENCIA.


  2. si la mierda defeca, eso es lo que me vale Nicolás Bustamente


  3. KolMena Says:

    maldito victor bascur!!!!


  4. Anónimo Says:

    el pato donald es un arquetipo, wn.

    so don't mess with donald duck


  5. Anónimo Says:

    me acuerdo cuando escribias la raja


  6. Anónimo Says:

    llorar es bueno..no malo...


  7. Anónimo Says:

    no a la coca zero.
    no al pastel de arándanos.
    no al equilibrio.
    no.


  8. me acuerdo cuando la gente firmaba con su nombre...

    llorar no es...

    no a los anónimos...


  9. Anónimo Says:

    come espinacas

    si al anonimato


  10. Anónimo Says:

    te odio... siempre me haces llorar.... ñoñes con patas...


  11. Pupacelia Says:

    Que lata es pedir perdón por no llorar, y otra cosa, ¿realmente es patético despedirse de alguien fantasma desde el avión, o en mi caso desde el bus?